¿Se debería continuar el blog?

miércoles, 10 de octubre de 2012

Capítulo 4 :

-¡Que no, que es super fuerte, solo que no me haces caso!

Yo solo puedo sonreír. Es un momento donde está todo el grupo de amigos reunidos y se hablan a la vez de diferentes temas, solo que yo no estoy participando en ninguno, pero presto atención a uno de ellos en especial, hasta que se hace el silencio y todos escuchamos ese, intrigados.

-¡Y claro, estoy ahí, descifrando por las vocales si aún le gusto o no...!

- ¿Por las vocales? No le encuentro sentido... - Me siento encima de una amiga, con la cámara en las manos.

-Joder, Android, pesas, eh...

-¿Veis? Si es que no me hacéis caso... -refunfuña Ana, que es la que sabe todo el tema sobre las vocales.

-¡Es que si hablas todo el día, es normal que estemos cansados de escucharte! Con amor, eh... -Álvaro, que está sentado en el césped, nos hace reír a todos con lo último, a sabiendas que con todo lo que ha dicho, Ana se picará.

-Paso de ti, chaval...-le hace un gesto con la mano, indicando que le importa más bien nada, así que prosigue con su historia.- Pues como iba diciendo antes de que me interrumpierais... -Rueda los ojos- Es que es la regla de las vocales. Probemos con un ejemplo... -Piensa dos segundos.- ¡Venga, con el nombre de "Andrea" mismo!

-¡Venga, sí, no te jode!

-Orgh. ¿No puedes estar callada, eh? ¿Va en contra de tus principios o algo, enana?

Yo directamente le suelto un par de palabritas mal sonantes, que secundan los demás entre risas y vítores, incluso la misma Ana se nos une, pero todos terminamos como empezamos, callados, dispuestos a saber de qué va la cosa de la "regla de las vocales". Las siete personas que estamos allí reunidos, miramos a Ana, que no se siente para nada intimidada.

-Andrea, sí. ¡Y que os calléis! -nos mira de uno en uno, dispuesta a tirarnos piedras si hace falta.- No tiene porqué ser un nombre, vale cualquier palabra. ¡Empecemos! -se coloca bien- "A- Un saludo, sin más. AA- me caes bien. AAA- me gustas. AAAA- te amo. Y si hay más de cuatro 'A', eres imbécil y te aburres o...

Pasa un minuto. A todos nos había hecho bastante gracia la historia de las vocales. pero la continuación no llegaba y todos estábamos empezando a exasperarnos.

-¡Es que no puedo con esta niña! Cuando habla y se le escucha, se calla, y si no la escuchas, no para de hablar. Boh.-Niega con la cabeza.

Álvaro consigue de nuevo sacarnos a todos unas carcajadas.

-¡No os riáis, pero es que no sabía cómo continuar y me estabais prestando tanta atención que...! -Ana se había puesto roja e intentaba taparse la cara con las manos.

Después de hablar un rato más, cada uno vuelve  a su tema de conversación. Germán y Álvaro, tirados en el césped, hablan sobre fútbol (en otra ocasión, me hubiese unido a ellos.) Ana y Claudia, que me tiene sentada encima mientras examino las fotos de la cámara, hablando sobre los dibujos que ha traído Giulia en su carpeta, para que los viésemos, y mientras, ella está dibujando a Carla, que no puede parar de leer un libro que le ha enganchado mucho y le presté por la mañana. Adrián es el único que está a su bola, solo, mientras habla con alguien por el móvil, así que me levanto y me siento junto a él, sonriendo, divertida.

- Uy, ¿con quién hablas? -le doy un codazo y le guiño, divertida.

Me enseña de pasada el nombre, que está encima del número. Un extraño escalofrío me recorre toda la espalda y es que tengo la sensación de verlo constantemente en mi WhatsApp, aunque el nombre no me ha sonado para nada.

-Lo tengo que comprobar... -susurro, más bien para mí misma, pero Adrián tiene un oído demasiado fino y me ha escuchado.

-Andrea, ¿pasa algo? -arruga la frente mientras me mira fijamente.

-¡Qué va! -le doy un codazo y me levanto, de una forma ágil, mientras repaso las conversaciones abiertas. Pero en ese justo momento, se escuchan gritos de los chicos, que se levantan rápidamente y van hacia alguien.

-¡Bien, por fin has llegado!

Lo único que alcanzo a ver (y eso que estoy de puntillas) es una sonrisa y unos ojos clavados en mí. Pero aparto la mirada y miro el móvil.

Te quiero
Oh, ¿lo prometes?
¿Lo dudas? *carita indignada*
¿Y cómo puedo saberlo, eh, eh? *carita indignada también*
Porque las promesas de enanas son las que valen de verdad.

Y ya no sé si las coincidencias existen...